por Reinaldo N. Togores | English Version |
Una de las tareas que acometimos en nuestra etapa de trabajo dentro del grupo de investigación y desarrollo para la Industria del Mueble en el Ministerio de la Industria Ligera (1969-72) fue el estudio de las posibilidades de nuevos materiales y nuevas formas de emplear los tradicionales. Uno de ellos fue el cordón plástico que, atado a estructuras de tubo de aluminio, era empleado desde hacÃa mucho en la producción de muebles para exteriores . Esta fue una lÃnea de trabajo que hube de asumir personalmente. Tradicionalmente este material era empleado como un sustituto barato de otros materiales más apreciados como los textiles o la madera contrachapada moldeada.
Pero en nuestra concepción ningún material es despreciable si la manera en que se utiliza aprovecha sus posibilidades. La utilización de este material implica una gran cantidad de mano de obra artesanal. Uno de los mitos del folclor marxista entonces imperante era el rechazo de tecnologÃas como ésta, en aras de una industrialización que el tiempo ha demostrado utópica. Pero era justo este componente artesanal el que nos atraÃa especialmente. En uno de los talleres dedicados a elaborar aquellos muebles de exterior nos dedicamos a estudiar cómo era la labor de estos artesanos. Y como siempre, encontramos personas más que dispuestas a colaborar, iniciándonos en los detalles del oficio. Lázaro, el maestro tejedor de la fábrica tenÃa algunas ideas bastante imaginativas que propuso al tejer nuestros primeros prototipos. En particular, nos interesaba la posibilidad de lograr una continuidad en el cordaje, en lugar de limitarnos a tramos discontinuos para asiento y respaldo. Tras algunos ensayos se logró definir una secuencia del atado en que los tramos correspondientes a asiento y respaldo se entrecruzaban. Y con esto, para alegrÃa nuestra, se obtenÃan efectos ópticos muy en sintonÃa con los que buscaban los artistas plásticos vinculados al arte óptico y cinético entonces tan en boga. El primer prototipo fue un sillón de tubo de aluminio y cordón rojo. La Roja, como me gustaba llamarla, era un cubo de 60 centÃmetros de lado compuesto por dos cuadros laterales unidos por cuatro tubos a los que se ataba el cordón. Éste iba desde el tubo que serÃa la parte alta del respaldo a otro que tocaba el suelo, de allà a uno que soportaba el tramo del asiento en su parte trasera para entonces concluir en el frente del asiento. Para el tubo que tocaba el suelo habÃa que tener en cuenta el grosor del cordón. Entre las varias soluciones posibles, la más sencilla y accesible al no implicar otros materiales era la de entorchar el tramo inferior del lateral con el mismo cordón. Esto exigirÃa, en aras de la simetrÃa, hacer lo mismo para el superior, con lo que se ganaba además evitar el contacto del brazo con el frÃo del metal. Para mà este diseño tenÃa connotaciones claramente relacionadas con el Constructivismo ruso tanto en la manera que explotaba la naturaleza de los materiales en la génesis de la forma como en su dinamismo que me traÃa a la memoria las creaciones de un Tatlin o un Lissitzky. Y como las obras de los Constructivistas rusos esta silla encarnaba para mi un sÃmbolo de la dinámica social revolucionaria. Nada mejor como fondo que aquella foto del Ché. Mobiliario del Módulo experimental Multiflex, Wajay, 1971. Continuando esta investigación sobre el cordón plástico consideré la posibilidad de aprovechar la tensión del tejido para la unión de las piezas componentes del asiento. En lugar del tubo metálico me propuse emplear la madera. Acababa entonces (1970) de ocupar la presidencia de Chile el socialista Salvador Allende, y en sus planes a favor de Cuba se incluÃa el suministro de grandes cantidades de madera de pino, de calidad muy superior a la que se recibÃa de la URSS. De aquà nació La Verde. Una estructura de madera de pino chilena compuesta por dos laterales con muescas donde encajaban cuatro travesaños cilÃndricos, también de madera. La estructura se mantenÃa unida gracias a la tracción ejercida por la trama de cordón plástico. Silla de madera de pino y cordón plástico, 1971.
Prototipos utilizando cordón plástico. Muestra en el Taller Experimental de Diseño (1971). Foto: Kuko. Otros diseños no llegaron a prototipos. Uno de ellos que conservo en mi archivo consistÃa en cuatro columnas de madera en que la tensión de la trama empleada como brazos y respaldo era compensada por una trama similar en la parte inferior, con lo que se conseguÃa un diseño simétrico, un asiento que podrÃa funcionar lo mismo al derecho que al revés. Para los planes masivos de vivienda, que exigen amueblar un gran número de casas en corto tiempo, a veces en lugares muy remotos, habÃamos pensado en la posibilidad de elaborar los elementos de la estructura en metal o madera en fábricas centralizadas, para enviarlos junto al rollo de cordón necesario a las comunidades donde se construÃan las viviendas. Allà se organizarÃan -con los viejos, las amas de casa y los alumnos de las escuelas- talleres artesanales para a partir de dichos elementos, producir los muebles en el lugar que se van a utilizar. Todo este trabajo quedó en diseños y en el mejor de los casos como prototipos, como piezas únicas. Nunca llegaron a quienes fueran sus destinatarios, los cubanos de a pié. ¿Quizás nos equivocábamos, quizás quienes tenÃan la razón eran los burócratas que despreciaban aquellas formas tan poco acostumbradas? Pues ahora, 45 años después vemos que ideas muy similares tienen éxito en el mercado internacional. Un diseñador chileno, el arquitecto MatÃas Ruiz Solar ha llegado a una solución muy parecida a nuestra Roja de 1971. Y también roja. Y que se vende internacionalmente. En nuestra Cuba de 1971 algo asà era del todo imposible. En aquellos tiempos la única alternativa para nuestros muebles era el que figuraran en los planes de producción de la industria estatal. Y lo que se incluÃa en dichos planes quedaba a criterio de una burocracia ajena a estos refinamientos del diseño. Para ellos lo seguro era lo de siempre. Ha debido transcurrir toda una vida para que el diseñar y producir objetos como éstos con fines comerciales dejara de estar fuera de la ley. Y encontramos que en la Cuba de hoy jóvenes como Miguel Garcés y Luis RamÃrez o Raiko Valladares y José Antonio Villa diseñan y fabrican piezas novedosas empleando esta misma tecnologÃa. TecnologÃa que resulta especialmente adecuada a paÃses emergentes, como lo demuestran, entre otros, los diseños del Grupo MAD3 en Kuala Lumpur. | Silla tradicional de aluminio y cordón plástico. Atado del cordón plástico. J. Le Parc, Lumiere alternée, 1966. C. Cruz DÃez, Physichromie No. 123, 1964. La Roja en el taller de prototipos del RÃo Almendares. Tatlin: Monumento a la Tercera Internacional, 1920. El Lissitzky, Tribuna Lenin, 1920. |
Abajo izquierda: R. Valladares y J. A. Villa, Serie VIBRA; Derecha: D. Phang-Tang M. Kian y B. Chong, Grupo MAD3.