Entrevista con Reinaldo Togores
Por: Arquitecto Cheo Malanga. Fotos: Archivo de Reinaldo Togores. Junio 2, 2010En las últimas dos semanas hemos visitado la Biblioteca Enrique José Varona de Marianao, en la Habana, y hemos recorrido los exteriores e interiores de esta edificación. Hoy conocerán a uno de los arquitectos de esta singular obra: Reinaldo Togores Fernández, a quien le agradecemos que nos haya concedido esta entrevista.
¿Cómo nace su vocación por la arquitectura?
Hice la primaria en el Colegio Phillips, en el reparto Kohly. Recuerdo que habíamos dos chicos apasionados por el dibujo. Uno de ellos era Sergio Ferro, el otro era yo. Sergio me llevaba un año, el que estaba en mi misma aula era su hermano Manolo. Desde entonces supe que mi vocación tenía mucho que ver con la expresión visual. Supongo que lo mismo pasaba con Sergio. Al final acabamos ambos como arquitectos. De Arquitectura no conocía mucho, inicialmente me inclinaba más por la pintura, y sobre todo el cine.
En mi adolescencia era ratón de cine-club. Asistía regularmente al de la OCIC (Oficina Católica Internacional del Cine) uno de cuyos dirigentes era el Padre Tomás Macho, profesor mío de Bachillerato en el Colegio de Belén y uno de mis más queridos amigos de entonces. Recuerdo que incluso llegué a escribir un guión para un corto, que le enseñé y me costó una buena reprimenda por considerarlo moralmente objetable. Esto no hizo daño a nuestra amistad, sin embargo.
Pero por otra parte, era también socio de la Sociedad Cultural “Nuestro Tiempo”, que no era más que una fachada del Partido Comunista (PSP), y asiduo a sus sesiones de cine-club. Así que mi experiencia ideológica abarcaba los dos extremos.
Por no perderme nada de lo que pasaba en este ambiente, asistí incluso a la sesión inaugural de la primera Cinemateca de Cuba, promovida entre otros por mi compañero del Colegio de Belén, Adrián García-Hernández. Esto en la época de Batista, y por supuesto de muy corta vida.
Pero por otra parte, era también socio de la Sociedad Cultural “Nuestro Tiempo”, que no era más que una fachada del Partido Comunista (PSP), y asiduo a sus sesiones de cine-club. Así que mi experiencia ideológica abarcaba los dos extremos.
Por no perderme nada de lo que pasaba en este ambiente, asistí incluso a la sesión inaugural de la primera Cinemateca de Cuba, promovida entre otros por mi compañero del Colegio de Belén, Adrián García-Hernández. Esto en la época de Batista, y por supuesto de muy corta vida.
A la hora de decidirme por una carrera universitaria, el cine en Cuba era entonces pura utopía, (también estuve tentado por la publicidad, incluso me hizo un test vocacional el famoso psicólogo Bernal del Riesgo, explorando mis posibilidades en esta dirección). La pintura valía como afición pero no daba para vivir. Entonces un vecino nuestro, Oscar Valdés (el padre de la compositora Marta Valdés), arquitecto que fue profesor de la Universidad después del 1959, me llevó con él en una visita a las obras que construía, casas en Miramar. Esta visita me hizo ver las posibilidades de modelar creativamente el espacio.
Algún tiempo después descubrí a Ricardo Porro (entonces fellow traveller) en una de las actividades de Nuestro Tiempo. Al terminar bachillerato ya había llegado a una decisión e ingresé como alumno a la Universidad Católica Santo Tomás de Villanueva. Allí hice mis mejores amigos de toda la vida, entre ellos el arquitecto Salvador Gomila. A Arnaldo Sicilia le conocí también allí. El comenzó sus estudios un año después que nosotros.
Algún tiempo después descubrí a Ricardo Porro (entonces fellow traveller) en una de las actividades de Nuestro Tiempo. Al terminar bachillerato ya había llegado a una decisión e ingresé como alumno a la Universidad Católica Santo Tomás de Villanueva. Allí hice mis mejores amigos de toda la vida, entre ellos el arquitecto Salvador Gomila. A Arnaldo Sicilia le conocí también allí. El comenzó sus estudios un año después que nosotros.
El proyecto de la Biblioteca Varona fue realizado cuando usted y el arquitecto Arnaldo Sicilia eran aun estudiantes de arquitectura. ¿Cómo asumió ese reto profesional?
Hice toda mi carrera trabajando. Mi primer trabajo data de 1959, como inspector de la bolsa del trabajo del Ayuntamiento de La Habana, que entonces dirigía mi amigo Alfonsito Iglesias y donde nos reunimos un grupo de teenager fellow travellers, entre los que se contaban Javier de Varona y Raulito Macías. Me casé en 1961 y para entonces trabajaba en el departamento de proyectos de Viviendas Campesinas que tenía su sede en el Wajay y luego pasó al edificio del INRA en la Plaza. Cuando Osmín Fernández nombró a Salvador como jefe de Urbanismo de Marianao, pasé a trabajar con él. Cuando comencé a trabajar en la JUCEI ya Sicilia había definido la planta de la biblioteca y mi participación se centró en el desarrollo de los proyectos detallados de varios espacios. Mi visión de la Arquitectura creo era bastante distinta de la de Sicilia. Él era mucho más ejecutivo, podíamos decir.A mí me costaba más llegar a decisiones, teniendo que transitar por tantos vericuetos ideológicos y culturales. Qué sería la Arquitectura para mí lo tuve claro cuando Ricardo Porro me la definió como “un marco poético para la actividad del hombre”. El diseñar una sala para cuentos infantiles me era imposible sin revivir sensaciones y sentimientos de la infancia.Como cuando años después me tocó diseñar escuelas y lo hacía en la ilusión de estar construyendo una nueva Icaria, de estar construyendo el marco de una Utopía que entonces, en mi ingenuidad, creí al fin posible.
¿Alguna anécdota del proceso de diseño y construcción que quiera compartir?
Pues recordaría nuestro permanente enfado con el ingeniero calculista de la estructura (creo recordar que era el Ingeniero Montero, pero puede que me equivoque en el nombre) por las bien despachadas secciones de las vigas, que siempre nos parecían exageradas.¿En qué año se gradúo de arquitectura?
En 1966. Aunque había comenzado mis estudios en Villanueva a fines del 56, los estudios fueron pasando a un segundo plano al meterme cada vez más en la resistencia estudiantil contra la dictadura de entonces. Esto llevó a que no pudiera continuar mis estudios en Villanueva y los reiniciara en la Universidad de La Habana en 1959.¿Con qué arquitecto se identifica o cuál marcó de alguna manera su estilo en la arquitectura?
Ya mencioné a Ricardo Porro, aunque yo no la llamaría una influencia si por esto entendemos estilo, al menos considerando éste como mero ejercicio formal. He aprendido mucho de la gente que me rodea, de mis amigos, muchos de ellos no arquitectos, de lo visto, de lo leído… Por otra parte no creo en eso de estilo. Creo que una obra tiene un alma o no la tiene. Y creo que eso va mucho más allá de la forma.¿Cómo ordenaría, para la evaluación de una obra de arquitectura, con un puntaje máximo de 10, las siguientes características: economía, funcionalidad, estética, expresión artística, excelencia constructiva?
Me remitiría a las palabras de Sir Henry Wotton en su paráfrasis de Vitruvio: “Well building hath three conditions, commodity, firmness and delight.”¿De la totalidad de obras que proyectó en Cuba, con cuál de ellas quedó más complacido con el resultado final?
En otro lugar he hablado de ello. La nuestra fue una generación de arquitectos que llegó tarde. Los encargos importantes se hacían a profesionales que se graduaron antes de 1959. Para nosotros sólo quedaban obras que prometían poco lucimiento. Como escuelas prefabricadas. Pero con ilusión se puede hacer arte de cualquier cosa por pobre que parezca. Así cuando me ofrecieron el proyecto de la Vocacional de Camagüey no lo dudé por un instante. De vez en cuando recibo algún mensaje de quienes estudiaron en esa escuela agradeciéndome el haberles rodeado de poesía (aunque fuera prefabricada) sus años de adolescencia.Su trayectoria profesional abarca dos etapas, una primera vinculada puramente a la práctica de la arquitectura y una segunda relacionada con la docencia. ¿Con cuál de ellas se ha sentido más identificado?
Para mí es una sola. De niño soñaba con transformar a mejor la realidad. Con la arquitectura poco he logrado transformar. Como a casi todos mis coetáneos no nos han dado esa oportunidad. Pero más importante es esa realidad que cada uno lleva dentro. Y creo que como maestro he contribuido a mejorar la de muchos que en algún momento fueron mis alumnos. De esos alumnos que siempre han sido mis amigos.Desde 1994 soy profesor de Expresión Gráfica en la Universidad de Cantabria, en Santander, al norte de España. Aparte de la docencia he participado en varios proyectos de investigación y escrito un libro sobre programación para AutoCAD. En estos momentos trabajo en el desarrollo de entornos de Realidad Virtual orientados a su uso en aplicaciones para la seguridad contra incendios. Como ves estoy bastante ocupado. Espero que me sirva de excusa por la demora en contestar este cuestionario.
¿Ha visitado la Biblioteca Enrique José Varona últimamente?
Hace mucho que no la visito. A fines de 1988 estuve en el Congreso del ISPJAE en La Habana y esa visita fue algo que me faltó hacer. Espero algún día poder.Este artículo fue publicado originalmente en el blog EL IMPARCIAL DIGITAL. ARQ. CHEO MALANGA: ENTREVISTA CON REINALDO TOGORES
Biblioteca Enrique J. Varona (I)
Biblioteca Enrique J. Varona (II)
Biblioteca Enrique J. Varona (III). Entrevista con el Arquitecto Reinaldo Togores.
Biblioteca Enrique J. Varona (II)
Biblioteca Enrique J. Varona (III). Entrevista con el Arquitecto Reinaldo Togores.